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Uno de los empresarios más influyentes del país, recientemente premiado por
los Nobel de la Paz y antes por la ONU, cree que el Gobierno debería explicar
cuáles son sus planes hacia el futuro para enfrentar la desconfianza ante
medidas como el bloqueo de importaciones o el cepo cambiario. Piensa que
Argentina debe decidirse a ser un protagonista del mundo.Por Magdalena Ruiz
Guiñazú
Cae una tarde lluviosa sobre Buenos Aires y en el despacho de Eduardo
Eurnekian (donde alguna vez funcionara la hilandería en la que
aplicadas señoras tejían en los telares mientras Eurnekian pergeñaba algo que después se llamó Cablevisión)
resplandece el trofeo que acaban de otorgarle en Oslo como Emisario de la Paz
elegido por los galardonados como premios Nobel de la Paz.
—Los Premios Nobel se han reunido para designar a los empresarios del año
que hayan trabajado por la paz. También hace algunos meses he recibido un
premio de las Naciones Unidas como embajador de buena voluntad y como usted
verá –sonríe– este año he tenido suerte porque el 1º de junio la Cámara de
Comercio Latinoamericana (Camacol) me otorgará el galardón que anualmente
destina a la labor cumplida por un empresario iberoamericano. Es decir que son
tres premios. He tenido suerte.
—Usted dice que tuvo mucha suerte, pero sin duda la suerte también se hace.
Creo que somos muchos los periodistas que recordamos esta casa con la
hilandería en el piso superior, un solo estudio de televisión en la planta baja
y la sala de maquillaje instalada al azar en cualquier oficina. No parecería
obra de una varita mágica. Por otra parte, quien se embarque en un avión no
podrá dejar de ubicar a Aeropuertos 2000
como punto de partida.
Eduardo Eurnekian: Sí, es trabajo. Pero suerte también.
Evidentemente que todo esto proviene de una visión de la Argentina. Del mundo.
Pero también, vuelvo a insistir, contamos con buenos colaboradores, con una
salud que me acompaña, con buenos amigos que también acompañan. En la vida se
necesita suerte.
—Sin embargo, éste es un país difícil. De circunstancias complicadas. ¿Cómo
lo analiza ahora?
Eurnekian suspira y luego responde:
Eduardo Eurnekian: Mire, yo veo que fue un país de grandes
oportunidades y que hoy también sigue siendo de grandes oportunidades. Es como
quien tiene una reserva. Le aclaro: posiblemente lo que mejor explicite cuánto
tiene la Argentina son sus propias reservas. Minerales, petróleo, la riqueza
del campo. Y esto no va a pasar con los años porque no se trata de una reserva
industrial que, de alguna manera, tiene un tiempo. Fíjese lo que posee la
Argentina. La Patagonia con petróleo y gas. Reservas, ahora comprobadas, de
gases y fueloil. Un campo extraordinario con dos cosechas al año. Esto sigue
siendo el valor de la Argentina. Y va a seguir así. Algún día también nos
decidiremos “seriamente” a ser parte del mundo del presente. No del mundo de
mañana. Algún día decidiremos los argentinos ser parte de esa generación que
decide “yo voy a ser protagonista”. Y no simplemente un espectador y un
transferente de riquezas. No. Yo me voy a quedar. Voy a explotar esas riquezas.
Y, en consecuencia, también voy a ser parte del mundo.