Normal
0
21
false
false
false
ES
X-NONE
X-NONE
MicrosoftInternetExplorer4
—¿Cuánto falta para eso?
Eduardo Eurnekian: ¿Cuándo vamos a
estar ahí? Nadie lo sabe. La suerte es la suerte.
Y como observa nuestra mirada dubitativa, explica:
—Suerte es aquella circunstancia en la que los imponderables son de tal
magnitud que uno no los puede modificar. Yo no puedo modificar lo que va a
suceder cuando salga de acá. ¿Se da cuenta? Puede pasar cualquier cosa. Cuando
ostentamos falta de ganas, por ejemplo, en el manejo de las circunstancias que
nos son otorgadas lo que ocurre allí es, nuevamente, suerte. A veces, incluso,
un poco de suerte. Fíjese que en algún momento otros países de Latinoamérica
han tomado conciencia de esto.
—¿Por ejemplo?
Eduardo Eurnekian: Me refiero a
países como Chile, Perú, Brasil y el mismo Uruguay.
—Exportan más carne que nosotros.
Eduardo Eurnekian: Tienen un tenor
político de grandes características sociales y peso social y consideran que
deben compatibilizar, armonizar ese deseo de construcción participativa de la
sociedad dentro de un contexto más amplio. Es decir, mundial. Y creo que
estamos cerca de esto, de poder organizarlo y en cualquier momento se puede
dar.
—Lo que ocurre también, si hablamos del mundo, es que se ha modificado algo
fundamental en nuestra historia, como es la influencia de Europa, que está
pasando por un momento tan difícil que podría compararse quizás con la
posguerra de 1918.
Eduardo Eurnekian: Este es un
proceso de dos crecimientos. Después de la Segunda Guerra Mundial, Europa vivió
un proceso de paz, de reorientación de sus fronteras como nunca antes en su
propia historia. Pensemos que la URSS, un régimen socialista, había llegado
hasta el centro de Alemania. Países como Ucrania, Polonia, Bulgaria, Rumania y
Grecia se han convertido, han pasado a formar parte de la actividad económica
de Europa occidental que, a su vez, creció notablemente. Por supuesto que nadie
garantiza que el crecimiento sea lineal. Todos los países están acostumbrados a
creer que se pasa con facilidad de ingresos de 5.000 o 10 mil dólares per
cápita a uno de 40 mil y que así se pueda seguir hasta uno de 80 o 100 mil. Y
no es así. La tecnología también tiene un límite. No por la tecnología en sí
misma sino por lo que puede deparar. Puede enemistar a una sociedad. Como le
decía, estamos acostumbrados a una cosa lineal (el paso automático de sumas de
ingresos), y le reitero que no es así. En ciertas épocas y momentos la sociedad
sabe que anda bien y presiona por mejoras sociales y económicas, o las que
fuere, pero lamentablemente si esas mejoras no son también parte de una fuerte
eficiencia de los Estados, la sociedad va a tener que relegar algunas de esas
mejoras para seguir viviendo en armonía. No queda otra solución.
—¿Y el caso de China, por ejemplo?
Eduardo Eurnekian: A mí no me
preocupa el avance de China. Yo veo, en cambio, un país con 1.500 millones de
habitantes que está mejorando su estándar de vida. Y me parece razonable que no
solamente los chinos sino también los ciudadanos de la India, Pakistán e
Indonesia (es decir los países que están en el sur de Asia) aspiren a un mejor
nivel de vida. A mí, como ser humano, no me hace ningún favor el hecho de que
haya individuos en la miseria viviendo con 50 centavos de dólar. Por eso me
parece razonable que esos pueblos tengan justamente un buen estándar de vida.
Qué lindo sería el mundo si se terminaran primero los conflictos regionales y
luego aquellos que históricamente durante 300 o 400 años han enfrentado a las
naciones. Hoy prácticamente no existen aquellos grandes reclamos. Ni los
ingleses están pidiendo quedarse con algo ni los japoneses quieren llevarse a
alguien por delante. Y los norteamericanos, que tienen otro sistema y otro
manejo de la cosa política, tampoco piden ventajas territoriales. Por otro
lado, hay dos factores que también hay que tener en cuenta: el costo en vidas
humanas que tiene cualquier conflicto y, en otro aspecto, el sistema de
comunicación que rápidamente rechaza ante el resto de la sociedad humana la
actitud beligerante de las partes. Son dos hechos muy positivos: la vida humana
cuenta. Y por otra parte los humanos no queremos conflictos ni costo de vidas y
demandamos consideración para nuestros problemas que, en caso de surgir,
inmediatamente se harán conocer a través de internet. Pensemos que
anteriormente los hechos a veces tardaban meses o semanas en ser conocidos.
—Usted, Eurnekian, como hombre batallador (y este edificio es testigo de
ello), ¿cómo ve nuestro avance sobre Angola?
Eduardo Eurnekian: Bueno, el avance
sobre Angola me llama poderosamente la atención. Debemos hacer hincapié en
todos los aspectos. En todos los países de Oriente o países árabes es
importante la presencia argentina. Los embajadores no son un señorito que vive
en una gran casa que sólo tiene en la puerta la bandera de su país Los
embajadores son representantes comerciales. Para eso han sido creados
históricamente La presencia de nuestros embajadores tiene que ser también
comercial y debe incluir la colocación de nuestros productos. Yo no veo mal que
sea Angola u otro país. Posiblemente haya que repetir esta experiencia en
muchas otras naciones.